FELLINI 8 1/2


FELLINI 8 ½
8½ es una de las más conocidas películas del director de cine italiano Federico Fellini. Según algunos críticos cinematográficos, es una de las mejores películas jamás rodadas [1]. El film fue rodado en blanco y negro por el innovador cineasta Gianni di Venanzo, y su banda sonora fue compuesta por Nino Rota .(1)
SINOPSIS
Guido Anselmi es un director de cine que ha perdido la inspiración cuando se encuentra preparando su siguiente película. Su esposa, su amante, su productor y su actriz principal lo acosan y presionan de una u otra manera, pero Guido sólo puede refugiarse en sus recuerdos y ensoñaciones. Sólo allí podrá encontrar a la musa que se resiste a brindarle la inspiración . (2)

FICHA TÉCNICA
Ficha artística
  • Marcello Mastroianni Guido Anselmi
  • Claudia Cardinale Claudia
  • Anouk Aimée Luisa Anselmi
  •  Sandra Milo Carla
  • Rossella Falk Rossella
  • Barbara Steele Gloria Morin
  • Madeleine LeBeau Actriz Francesa
  • Eddra Gale Saraghina
 Ficha técnica
  • Dirección Federico Fellini 
  • Guión Federico Fellini 
  • Ennio Flaiano 
  • Productor Angelo Rizzoli 
  • Música original Nino Rota 
  • Cinematografía Gianni Di Venanzo 
  • Edición Leo Cattozzo 
  • Diseño de Vestuario Piero Gherardi 
  • Duración: 138 min 
  • País: Italia
 PREMIOS
• Premio del Festival de Cine de Moscú
• Oscar a la mejor película extranjera en 1963
COMENTARIOS
El famoso director y autor Guido Anselmi está atravesando una profunda crisis creativa e intenta relajarse después de su última película. No puede conseguir la tranquilidad necesaria para encontrar ideas nuevas para su siguiente película y todo el mundo parece ansioso de saber en qué punto se encuentra el trabajo que está preparando. Está solo, quiere estar solo, y busca una respuesta en las visiones que invaden su mente, las mágicas y enigmáticas palabras: Asa-Nisi-Masa, recuerdos de una vida, sueños fantásticos y oscuras imágenes de un futuro nebuloso. La llegada de Claudia, actriz y musa de su vida, y de su amante Carla trae nuevas inquietudes en vez de la serenidad y el consuelo que él esperaba.
No puede escapar eternamente, y se ve obligado a participar en un grandioso refrigerio organizado por los productores de su película. Cae presa del pánico: no sabe qué contestar a las preguntas y busca instintivamente refugio debajo de la mesa, símbolo del último acto de su ocaso humano y artístico. Sin embargo, cuando todo parecía perdido, las visiones que hasta entonces lo habían atormentado adquieren una resplandeciente claridad: éste es la llave de vuelta de la película. Todos juntos, los fantasmas de su conciencia reconstruyen un mosaico hecho de verdad y belleza, a través del cual renace el placer mismo de la vida y de todo lo que ella contiene. Con una marcha circense, la película finalmente puede comenzar.
Es una película en parte autobiográfica, sobre los problemas en los rodajes. Para liberarse de la presión, se refugia en fantasías oníricas, y allí encuentra la inspiración para su nueva película y para enfrentarse con el mundo. Empieza a recordar los principales acontecimientos de su vida, y a las mujeres de las que ha estado enamorado y ha perdido. Alrededor del personaje central, Guido, se van entretejiendo historias varias que se concentran en el balneario, en el que aparecen entrelazadas varias historias con los habituales personajes fellinianos.
El tema principal de la película es la crisis creativa de un artista, el problema de confrontarse con las expectativas de todos (productores, periodistas, amigos), y también la crisis existencial de un hombre, que se aferra a los recuerdos y a los sueños para soportar el peso de la vida. Fellini encuentra en el final una solución original e inesperada al problema de la crisis existencial. Este final es el fruto de la genialidad creativa de Fellini.
8 ½ es una película bastante autobiográfica. Este hecho ha sido reconocido y negado, según cómo le viniese el ánimo, por el propio Fellini. La película suponía el número ocho y medio en su filmografía, porque ya había rodado anteriormente siete películas, y media, considerando como tal su episodio en la obra colectiva Boccaccio '70. La obra consiguió un gran éxito internacional, y obtuvo el Oscar a la mejor película extranjera.
8 1/2 se transformó sin duda en una de las obras más personales y singulares del cine. Incoherente para muchos, quizá , porque la coherencia no viene de un estilo o género ya establecido, sino de un pensamiento y carácter ofrecidos por un autor que se vale de su obra para crear un universo nuevo y donde la creación de la película sirve como una herramienta maravillosa que permite al realizador reflexionar sobre los temas y aspectos de la vida que más le conmueven e interesan y exponer sus pensamientos más profundos sobre su vida y entorno.
Es un filme poético y filosófico como el propio Fellini y es inútil tratar de comprenderlo si se rechaza dicha evidencia y si se pretende abrirse a él sin abrirse primero al alma y la mentalidad de su autor.
La fidelidad a lo real y lo establecido ya no necesariamente es lo estético, sino la capacidad expresiva y comunicativa profunda donde a la árida y llana lucidez y capacidad de raciocinio se le demanda un espacio para el conocimiento espiritual y un tanto mágico al que nos invita Fellini en su mundo surrealista.
No podemos decir entonces que en este y otros de sus filmes Fellini sea un narcisista, ilógico que no piensa en nosotros como espectadores, pues siempre está en la búsqueda de la mejor forma expresiva para involucrarnos a un nivel dignamente profundo, aún incluso en su comunicación intrapersonal que pudiera convertirse en un dialogo espiritual e intelectual muy personal si nos permitiéramos olvidarnos de lo convencional.
 
8 1/2 sería como el punto de inflexión a partir del cual el film se percibe como haciéndose delante del espectador.
Según Mauro de Pedro (2002), el alejamiento del la razón y la cordura adquiere su forma definitiva en las representaciones de los sueños y fantasías de Guido. La distancia entre realidad y fantasía irá creciendo a medida que avanza la película. La realidad, por más excéntrica que sea, y la imaginación permanecen separados por una puerta que separa lo racional de lo irracional.
Esa distancia con respecto a la realidad se manifiesta en la ausencia de elementos referenciales de una época. Es decir que se borra la referencia temporal y en menor medida la espacial. No hay seguridad de poseer un tiempo y un lugar que sea fijo (Speroni, 1999). Al parecer Fellini no se interesa por la recreación de un momento histórico determinado, en su lugar decide poner más énfasis por el estado de la memoria conocido como melancolía: “Para Fellini el recuerdo es el referente, un referente más sentimental que histórico, un referente perteneciente, una vez pasado, al terreno de lo imaginario” (Mauro de Pedro, 2002). (3)



Hemos hablado ya como se ha comparado muchas veces el cine de Fellini con el espectáculo circense: Ocho y Medio funciona como un circo de tres pistas presentando entre otras cosas, figuras muy representativas de Fellini, como lo es el Clown. Esto hace que la película se muestre como un proyecto de dispersión (proyecta una aparente falta de atención y concentración en un solo objeto).
También es interesante la estructura fragmentada de la película pues se nos presenta como una lluvia de ideas (cada una con cierta autonomía) ligadas por hilos débiles.
Podemos entonces concluir que dentro de este proyecto cinematográfico es posible apreciar todas aquellas características que distinguían a Fellini por sobre otros cineastas: la adoración de la belleza femenina, su debilidad por la exhuberancia, por lo “chic” y por lo vulgar, su casi fetichista fascinación por la iconografía religiosa cristiana, la infancia, la creación, los sueños, los decorados monumentales, la excentricidad como forma de vida y como expresión artística (Mauro de Pedro, 2002) .
 El film que merece el calificativo “fellinesco” más que ningún otro sin dudas es 8½. En esta extravagante, auto indulgente, creativamente exuberante fantasía, el amo del cine italiano, Federico Fellini, nos lleva hacia una exploración bizarra de su arte y su vida. El simbolismo freudiano y la imaginería daliesca abundan en un trabajo que es simultáneamente hipnotizante e inconmensurable, una obra maestra surrealista que juega en nuestra conciencia como un sueño familiar que es tanto cómico como inolvidable, dejándonos confundidos.
Es tanto la mas descaradamente abstracta película de Fellini, asi como la película que nos acerca mas a su propia vida. Cuando comenzó a hacerla, estaba (al igual que el personaje principal) experimentando un bloqueo creativo luego del inesperado éxito internacional de su anterior película, La Dolce Vita (1960). Había ganado celebridad, riqueza y era aclamado por los críticos, pero por donde seguir? Si un director en su posición no tiene nada mas que decir, todavía es posible realizar una película? en 8½ estaba la respuesta.
El titulo de la película sea talvez su mayor falta de moderación, y es mas indicativo del agudo sentido de ironía del director que de su falta de imaginación. Previo a esta película, Fellini había realizado 7 largometrajes (uno como co-director) y dos cortometrajes –lo que daba la suma de siete películas y media. Entonces, usando la simple lógica matemática, su próxima película seria numerada como ocho y medio. Como podría Fellini haber mostrado mejor su falta de creatividad que nombrando a su 8½ película “8½”? Enigmático, simple y enteramente correcto.
El titulo es la mayor pista sobre de lo que trata la película. Retrata un artista quien –como Fellini podría haber sido en ese momento- esta atrapado en un bloqueo mental. La experiencia es devastadora, ya que el artista no sabe si podrá ser capaz nuevamente de producir un trabajo de merito, y esto causa que se cuestione si tiene talento. Mientras que la confusión mental se intensifica, empeorada debido a las demandas egoístas de la gente que lo rodea, el artista comienza a perder el sentido de la realidad, y los limites entre la imaginación, la memoria y la realidad comienzan a desaparecer.
Lo que la película nos muestra no es el resultado final de un proceso creativo –como un trabajo pulido con una narrativa racional- sino el proceso creativo mientras este sucede. Por supuesto, esto fácilmente podría haber terminado en un embrollo, una excusa para una pobre y descuidada pieza cinematográfica. Extraordinariamente, 8½ es cualquier cosa menos eso y tiene algo de una coherencia indefinible la que la hace perfectamente irresistible. La película puede mezclar la realidad y la imaginación hasta el punto que nosotros no somos capaces de distinguir una de la otra, pero se mantiene como uno de los trabajos cinematográficos mas gratificantes y artísticamente logrados.
Como hace Fellini para lograr esta aparentemente imposible proeza, de hacer una obra maestra de algo que evidentemente carece de contenido y coherencia, un embrollo aparentemente fárrago de ideas sueltas? Bueno, no es solamente la habilidad del artista, en cuales áreas del arte el o ella eligen expresarse? Los crudos materiales son ensamblados y ante nuestros ojos el artista crea algo a través del poder de su imaginación y su adaptación al uso de materiales que tenia a su disposición. Esto es lo que Fellini hace en 8½, como hizo Pablo Picasso en la película de Clouzot de 1956 Le Mystère Picasso –la cual muestra al artista en el proceso de crear una obra de arte, en ambos casos, el fin resulta igualmente inmaterial. Que importa si logramos un poco de entendimiento en el proceso creativo en si.
Fellini es bien acompañado por su cinematógrafo, Gianni Di Venanzo, alguien quien evidentemente comparte el amor del director por lo surreal y operesco y sabe como lograr que sus sueños cinemáticos se vuelvan realidad. El es tan responsable de mucha de la iconografía de la película como Fellini –los grandes efectos surreales, la fluida transición de los sueños a la realidad y viceversa, y las extraordinarias piezas de decorados. La música de Nino Rota, complementada con piezas de música clásica muy bien elegidas, suman enormemente al drama de la película, su sentido de misterio, y, más crucialmente, su sentido de ironía.
A pesar de lo que podamos pensar inicialmente, 8½ es cualquier cosa menos extravagante. Cuando el personaje principal de la película, Guido Anselmi (el alter ego de Fellini, actuado perfectamente por Marcello Mastroiani), dice que no tiene una historia para contar, esta jugando con nosotros. A diferencia de Anselmi, Fellini tiene una historia que contar –pero es una que el no quiere hacer muy visible. Algunos críticos han escrito que la película es un ejercicio de vanidad, uno en el cual Fellini trata de “estafar” a su audiencia con un trabajo que manifiestamente no tiene nada que decir. Mientras que es verdad que la película tiene un componente autobiográfico, es igualmente plausible que Fellini tuviera otro propósito en mente. Es posible leer en 8½ una reacción muy hostil contra la industria cinematográfica, contra su implacable preocupación por el presupuesto, los nombres de las estrellas, grandes decorados, glamour y los ingresos de las taquillas. En esta película Fellini parece llevar a cabo algo de lo que el director francés Jean-Luc Godard hizo una carrera: entregar un mensaje bastante feroz contra la industria que le produjo beneficios.
La asociación de Fellini con el cine establecido puede verse, en retrospectiva, como una sociedad improbable del genio de espíritu artístico libre y la inflexible realidad comercial. Pero, de alguna manera, funcionó (aunque probablemente mas como una simbiosis parásita que como una sociedad con respeto mutuo). La prueba fue que 8½ fue un éxito comercial, ganó el Oscar a la mejor película extranjera, y es considerada universalmente como una de las más grandes películas de la historia del cine. No es un mal resultado para una película que –ostensiblemente- no tiene nada para decir. (4)
 
El universo cinematográfico de Fellini, es, como se ha podido comprobar a través de cada una sus obras, sencillamente genial. Metafórico, onírico, inteligente, inmensamente creativo, por momentos satírico y provocador. Todos estos rasgos característicos de su arte, alcanzan su máxima expresión en una de las obras más importantes y quizás la más emblemática de su carrera como cineasta, Ocho y medio.
El título, que en principios iba a ser La bella confusione (La Bella Confusión), hace referencia a la octava película del director, quien había colaborado anteriormente en Boccaccio 70, filme en el que junto a otros tres grandes del cine italiano, Vittorio De Sica, Mario Monicelli y Luchino Visconti dirigió uno de los cuentos escritos por el talentoso poeta, Boccacio. La película fue un producto colectivo, razón por la cual Fellini la contaba como media obra, dentro de su filmografía.
Ocho y medio cuenta el momento de desconcierto que sufre un director de cine al sentir que pierde por completo el rumbo de su vida y carrera, debido a la falta de inspiración y creatividad para realizar su próximo filme. Las musas no llegan y el gran director, Guido Anselmo, interpretado con maestría por Marcello Mastroianni debe saber que hacer con todos los artistas y personas que dependen de él, desde el productor, los actores, vestuaristas, incluso la prensa, que también le sigue los pasos sin perderle rastro. Guido siente el asedio y la presión constante de quienes esperan de él las directivas para llevar a cabo la gran obra. Sin embargo, a medida que pasan los días la confusión aumenta y lejos de resolverse se mezcla con los miedos, deseos, sueños y obsesiones más profundas del director. El presente de la historia, que muestra a un Guido en la búsqueda de la inspiración, corporeizada en la bella figura de la actriz Claudia Cardinale, en el filme, Claudia, nos remite a la propia experiencia de Fellini, ante las exigencias desmedidas que la industria cinematográfica le presentaba y la enorme responsabilidad del éxito, aún cuando sentía no tenía nada que contar.
Guido no puede despejar su mente y envuelto en la vorágine incesante de un mundo del que quiere escapar, se deja atrapar por la seducción de su amante Carla, la exuberante Sandra Milo, y los constantes recuerdos de su infancia junto a sus padres y hermanos, una época que añora con notable intensidad.
 Así como El ciudadano Kane del gran Orson Welles, anhela su tan amado “Rosebud” que representaba la niñez robada, el Guido de Fellini, personaje que no es más que su reflejo, desea encontrar la libertad que logre redimirlo de una vez por todas. Mientras crece el desconcierto, el personaje bucea en su memoria y sus conflictos más íntimos parecen resolverse en sueños.
El espectador se encuentra con escenas que dan cuenta de ello. Un ejemplo claro es la que muestra a Guido persiguiendo a su padre para hablar, no logra su objetivo y se queda sin poder expresarse, a mitad de camino; allí se manifiesta uno de los conflictos latentes del realizador. También se puede ver plasmado en el filme la obsesión de Fellini por todas sus mujeres, desde su esposa, con quien lleva un matrimonio difícil, marcado por sus constantes infidelidades, hasta una prostituta de la infancia, La Saraghina a quien no puede olvidar, mujer que se desnudaba por dinero y cantaba para él y sus compañeros de colegio, cuando eran niños.
La secuencia musical en que Guido baila y canta con todas sus mujeres en una antigua casona de la infancia, muestra esa necesidad enfermiza de tenerlas a todas juntas, como un harem, dispuesto a complacerlo día y noche.
Podríamos decir entonces que todo el universo fellinesco se halla concentrado en esta obra plagada de metáforas y reminiscencias surrealistas. Están presentes los recuerdos de la niñez, y esa frase “asa nisi masa” que simboliza sus primeros temores infantiles, palabras con las que su hermano lo asustaba, recordándole historias tenebrosas; su gusto por lo grotesco y lo fino al mismo tiempo, por los clows o el mundo circense y sus personajes; por las mujeres, su fragilidad y seducción; por los escenarios monumentales; su tendencia a explotar la subjetividad en el cine, con atmósferas oníricas, cercanas al subconsciente, que de alguna manera desafíaba la fuerte herencia instaurada en la Italia por el neorrealismo, movimiento estético de postguerra.
Fellini no tiene la intención de criticar y mostrar la realidad tal cual es, sino todo lo contrario, esta es una obra de carácter autorreferencial y subjetiva, donde prima la brillante y cínica visión que el director tenía de sí mismo y su contexto. Estas características hacen de Ocho y medio una película provocadora que además innovó al séptimo arte. Por ese motivo hoy se la considera una de las diez mejores obras de la historia de cine mundial.
La fotografía en blanco y negro está fabulosamente lograda por quien fuera en ese momento uno de los grandes talentos en el rubro, Gianni di Venanzo.La banda sonora de Nino Rota, complementa con maestría el viaje visual fragmentado que propone Fellini, junto a su excelente grupo técnico y artístico entre los que se encuentra la actriz Anouk Aimé, Luisa, la esposa de Guido.
¿Qué más podemos agregar? Ningún cinéfilo o quien se precie de tal, puede dejar de ver esta obra maestra altamente creativa y liberadora, de uno de los directores de cine más talentosos de todos los tiempos. (5)
CITAS:
1.- http://es.wikipedia.org/wiki/8%C2%BD
5.- http://elespejopintado.wordpress.com/2008/09/15/ocho-y-medio-fellini-autobiografico/

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