MIRACOLO A MILANO

MILAGRO EN MILÁN




1.3 SINOPSIS

Milagro en Milán es una película dirigida por Vittorio de Sica en 1951 y se considera una de las películas emblemáticas del neorrealismo italiano junto a sus precursoras Ladri di biciclette (Ladrón de biciclets) y Umberto D. El guion - una alegoria fantastica sobre la pobreza y la injusticia social - pertenece a Suso Cecchi D'Amico y participa en un breve papel la celebre actriz Emma Gramatica.

Miracolo a Milano”, De Sica y Zavattini: un lujo para los sentidos.

1.4 FICHA TÉCNICA

Título Miracolo a Milano - Milagro en Milán

Dirección Vittorio de Sica

Guion Cesare Zavattini, Vittorio De Sica, Suso Cecchi D'Amico, Mario Chiari, Adolfo Franci

Música Alessandro Cicognini

Reparto Emma Gramatica, Francesco Golisano, Paolo Stoppa, Guglielmo Barnabò

Brunella Bovo, Alba Arnova, Anna Carena

País(es) Italia

Año [[8 de febrero de 1951 (Italia)]]

Género Fantástico

Duración 91(1)

1.5 COMENTARIOS

Es una historia dura, cálida, exquisita, demoledora y a la vez esperanzadora. Lo mejor y lo peor del ser humano está hábilmente reflejado en sus personajes. El final me serena e inquieta siempre. Debería considerarse como un bien público, debería ser proyectada en los institutos, en los mercados, en las casas,en las oficinas, en los bares. Es una terapia contra la alienación y el egoísmo, es generosamente humana.

Vale, vale, que me estoy pasando. Pero es que yo fui a Milán de propio para ver los escenarios, para ver la maravillosa Catedral de Milán. Y por cierto, hay muchos Totos en mi barrio luchando contra la especulación y contra gente como Mobbi. Y hay muchos desmanes bajo la alfombra enladrillada de la Expo. “Milagro en Milán” es de rabiosa actualidad, y la esperanza que destila es azul, muy azul. Siempre que escribo pienso en Cesare Zavattini, es un maestro, alguien con un ética y una maestría literaria impresionante. Me alegro de que los locuelos amigos de mis padres me regalaran de adolescente un libro de Zavattini, lectura poco propia para la edad, pero increíblemente útil. De esas cosas que no se olvidan.

Pero para que realmente disfrutéis de esta joya debéis leer la crítica que Alfredo Moreno, editor del blog 39 Escalones, hizo sobre ella. Es magnífica. La subimos para que podáis leerla.

Sin duda Milagro en Milán, de Vittorio de Sica y Cesare Zavattini es una de las películas más conmovedoras jamás filmadas y constituye, junto a Ladrón de bicicletas y Umberto D., la magistral trilogía neorrealista del director. De una inteligencia aguda y con un planteamiento en tono de crítica social, esta obra, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes y del premio a la mejor película de habla no inglesa por el Círculo de Escritores Cinematográficos de Nueva York en 1951, a un tiempo sorprende, apabulla y consigue contagiar su profunda sensibilidad.

Totó es un joven huérfano que vive en un mísero barrio de chabolas a las afueras de Milán, poderoso centro industrial del norte de Italia que empieza a dotarse de los habituales cinturones de miseria y precariedad producto de la inmigración incontrolada del campo a la ciudad que huye de la escasez de la postguerra. Cuando en el terreno donde vive se descubre petróleo, Totó, a pesar de la poca educación que ha recibido y de ser famoso en el vecindario por sus pocas luces, decide enfrentarse al poderoso señor Mobbi, que corre raudo y veloz para hacerse con el negocio. Esta trama un tanto simple en apariencia, está aderezada, sin embargo, con sutiles diálogos llenos de comicidad, situaciones bufonescas a medio camino entre Chaplin y ¡Qué bello es vivir! (aunque sin el almíbar que derrochan las películas de Capra) y, ante todo, por unas poderosas imágenes que ilustran a la perfección el abandono y la crudeza de los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, especialmente las tomas de las desoladas calles y los descampados llenos de piedras y escombros, los grises nubarrones que acechan desde el cielo y el frío que destila la pantalla y que da la impresión de poder tocarse, todo ello como plasmación de las amenazas que condicionan y pervierten las relaciones de los seres humanos dentro de las comunidades de intereses, sobre todo económicos, y de las consecuencias de la lucha salvaje por éstos.


Con un aire a lo Cuento de Navidad de Dickens, la película es una mirada un tanto complaciente y reivindicativa de los personajes que viven en la miseria, pobres pero amantes de la vida, llenos de amor, de respeto y de cariño, resistente incluso a una infancia difícil y a una estancia en un orfanato que no ha podido alienar los buenos sentimientos de Totó, su inocencia, su bondad, su ingenuidad, herramientas con las que lucha sin rencores, odios ni daños materiales contra una sociedad fría, injusta, en la que unos pocos monopolizan los recursos y dejan en el abandono a sus semejantes. De Sica retrata con un gran lirismo cada una de las situaciones clave de la película, y aunque se le puede acusar de dar una imagen demasiado ligera y edulcorada de los guettos económicos de los suburbios milaneses, ya que no abundan las muestras de las problemáticas que suelen generarse en este tipo de ámbitos vitales (la delincuencia, la marginalidad, la crueldad desgarrada, la ausencia de valores y de conceptos morales que tan bien retrata por ejemplo Luis Buñuel en Los olvidados, grupos humanos desprovisto de cualquier otro valor que no sea una descarnada lucha por la supervivencia diaria) y excede los cánones del más estricto neorrealismo para derivar hacia el cuento fantástico en el último tercio de la película, no por ello merma el poder y el mensaje de esta fábula de la lucha de clases y de la reivindicación del ser humano como primer valor a conservar, que, a la vez que invita a disfrutar de apenas hora y media de diversión, la recubre con una potente carga de profundidad que mueve a reflexiones importantes acerca de nuestro papel en la vida y de lo que verdaderamente importa.

Una obra que hace reír, emociona y proporciona una buena inyección de optimismo, que insufla buenos sentimientos en su primera parte y deriva hacia un hermoso sueño fantástico en el que un milagro viene a compensar los denodados esfuerzos de los humildes para salir adelante, los castigados por las leyes de una miseria para las que nunca han tenido, tienen, ni tendrán, voz ni voto.

¡¡¡VIVA DE SICA, ZAVATTINI, TOTO, Y MILAGRO EN MILÁN!!! (2)




La anciana Lolotta encuentra un niño en su huerto encima de un repollo. Decide criarlo con el nombre de Totò y lo educa a su manera. A la muerte de su madre adoptiva, Totò es llevado a un orfanato y cuando sale, ya mayor, se une a un grupo de indigentes que viven en unas barracas a las afueras de Milán.

El 8 de Febrero de 1951, hace hoy ya 60 años, se estrenaba en Italia “Milagro en Milán” (Miracolo a Milano), uno de los mejores y más mágicos títulos en la filmografía de Vittorio De Sica y una película emblemática del neorrealismo italiano producida por el propio cineasta.

Alegoría fantástica sobre la pobreza y la injusticia social basada en “Totò il buono”, novela de Cesare Zavattini, fue adaptada al cine por Suso Cecchi D’Amico, De Sica y el propio Zavattini, acompañando a unas bellas imágenes en blanco y negro la maravillosa música de Alessandro Cicognini.

Esta preciosa historia nos es contada, además, a través de unos mágicos personajes. Como Totò, su protagonista, interpretado con gran maestría por Francesco Golisano, actor nacido en Roma en 1929 que murió prematuramente a los 28 años de edad en un accidente de tráfico.

Golisano tan sólo nos dejó seis películas, pero su personaje de Totò le proporcionó merecidamente un sitio de honor en la historia del cine.

O como la anciana Lolotta interpretada por Emma Gramatica, célebre actriz italiana de teatro y cine que en 1916 fundó su propia compañía, en 1932 dirigió “La vieja dama” y en 1954 escribió el guión de “Peppino e la nobile dama”.




O como Edvige, la muchacha protagonista interpretada en esta historia por Brunella Bovo. Nacida en Padua, Brunella rodaba aquí su segunda película.

O como el egoísta y malvado Rappi al que da vida magistralmente Paolo Stoppa. Actor italiano de títulos tan conocidos como “Estación Termini”, “Mi tío Jacinto”, “Rocco y sus hermanos”, “El gatopardo” o “Hasta que llegó su hora”, a Stoppa le recordaremos siempre por su papel de Don Salvador, el genuino maestro de “Los Jueves, milagro”.

Y un auténtico reparto de lujo que completa uno de los mejores conjuntos de personajes de la historia del cine.

Para los efectos especiales de la película, Vittorio De Sica se trajo de América al especialista en efectos Ned Mann, que aquí hacía su último trabajo pero ya había dejado su huella en otros como “La Pimpinela Escarlata”, “El fantasma va al Oeste”, “Rembrandt”, “Fuego sobre Inglaterra” o “Ana Karenina”.

“Milagro en Milán” obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes y fue elegida como la mejor película de habla no inglesa por el Círculo de Escritores Cinematográficos de Nueva York. También recibió el Silver Ribbon a la mejor escenografía en los Italian National Syndicate of Film Journalist y fue nominada a la mejor película y mejor actor (Francesco Golisano) en los británicos Premios Bafta.

Y ya no os cuento más. Sólo os daré un buen consejo. Si ya la habéis visto, es el mejor momento para disfrutarla de nuevo. Y si no la conocéis, no os demoréis en descubrirla.

Porque “Milagro en Milán” es una de esas películas que, tras verla, te hace querer ser tan buena persona como Totò, su protagonista. O, como poco, parecerte a él.

Y es que estamos hablando de Vittorio De Sica, un excelente director que, además, estaba lleno de magia.

C’era una volta... (3)
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En esta película los parias de la ciudad, que viven en terrenos abandonados, entran en desconcertante contacto con un mundo caricatural de grandes negocios cuando se descubre petróleo bajo aquellos terrenos. De Sica envía a sus inocentes hacia un mundo mejor montados en un palo de escoba, porque en la Tierra son los desposeídos. Y esta desposesión ha sido esencialmente su tema..Se propuso convertirse en el poeta de los desocupados y de los que no podrían obtener trabajo, de los perdifdos y de los sin hogar, las víctimas de una sociedad que puede ser caricatuirizada (como en Milagro en Milán) o humanizada (como en Umberto D) o simplemente sentida en una fuerza que ejerce una presión irresistible (como en Ladrón de bicicletas).(4)
CITAS:
4.- Penelpoe Houston: "El cine contemporáneo" EUDEBA , Buenos Aires, 1968.-

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