SOSTIENE PEREIRA


ANTONIO TABUCCHI

Tabucchi, fue para muchos jóvenes italianos su primera relación sentimental con la literatura. Nació en Pisa en plena guerra mundial y conservó siempre la misma casa de infancia de la Toscana: "Nací el 24 de septiembre de 1943. Aquella noche los americanos empezaron a bombardear Pisa para liberarla de los nazis. Mi padre, subido en una bici, nos trajo a mi madre y a mí hasta aquí, donde vivían los abuelos".


Traducido a 40 idiomas, era el escritor italiano más conocido en el extranjero, el orgullo de una Italia de la que no estaba orgulloso en gran parte por culpa de Silvio Berlusconi. Porque Tabucchi, además de autor de obras inolvidables –Sostiene Pereira, Dama de Porto Pim, Nocturno hindú o Réquiem—, fue muchas cosas más. En Italia, por ejemplo, era notoria su actividad como apasionado de la política y brillante polemista. En los últimos años, su bestia negra –y la de Italia—era Silvio Berlusconi. Su útlimo artículos publicado, que apareció en EL PAÍS coincidiendo con la caída del anterior primer ministro, se titulaba precisamente Desberlusconizar a Italia, que empezaba así: "Los mercados europeos han 'despedido' a Silvio Berlusconi. Es un alivio saber a un monstruo semejante apartado de la vida pública. Pero no será tan fácil desberlusconizar Italia ni erradicar el microbio que ha difundido por toda Europa".En 2004 obtuvo la nacionalidad de un país al que pertenecía, de hecho, desde hacía muchos años.

Siempre supo dónde estaba. En un encuentro en Florencia en 1998, le confió al también escritor Manuel Rivas, que le preguntó, si no se sentía fuera de juego por su desencuentro con la tecnología: "Bueno, ¿sabe usted?, el fuera de juego es una posición que me conviene. En el fondo, todos los escritores están un poco fuera de juego, y sobre todo están fuera de juego los que creen que ocupan el centro del campo…".

Tabucchi estudió y tradujo al mayor escritor portugués de todos los tiempos, Fernando Pessoa (1885-1935), al que también convirtió en héroe de ficción en algunos de sus escritos. Pero además se implicó a fondo, como en Italia, en la vida pública portuguesa. El secretario de Estado de Cultura, el escritor y editor Francisco José Viegas, resumió así el sentir de muchos: "Tabucchi no era solo el amigo íntimo de Lisboa, el amigo íntimo de nuestra literatura, el gran divulgador de Pessoa, era el más portugués de todos los italianos". Su novela más conocida, Sostiene Pereira, cuenta la historia de un periodista tristón, solitario y adicto a las omelettes a las finas hierbas de los cafés lisboetas que decide jugársela un día contra la dictadura de Salazar. Tabucchi no limitó su compromiso a la literatura: apoyó explícitamente a Mário Soares en su candidatura a la Presidencia de la República y, posteriormente, se presentó como candidato del Bloco de Esquerda para el Parlamento Europeo. En 2004 obtuvo la nacionalidad de un país al que pertenecía, de hecho, desde hacía muchos años antes, tal vez desde que en su juventud descubriera con asombro la obra de Pessoa y decidiera aprender portugués para poder leer sus libros en su lengua original.(0)

SOSTIENE PEREIRA

Sostiene Tabucchi que el tiempo envejeció muy rápido. La necrológica que Pereira nunca anticipó fue la de su propio autor. Antonio Tabucchi muere hoy a la edad de 68 años tras haber soportado las penurias de una larga enfermedad llamada vida.

Sostiene Pereira es una novela histórica del escritor italiano Antonio Tabucchi, editada por Feltrinelli en 1994.

Trama

La novela está ambientada en Lisboa en 1938, en pleno régimen salazarista. Pereira es un periodista que ha abandonado la crónica negra para dirigir la sección cultural de un periódico de la ciudad, el Lisboa. Es un hombre tranquilo, sin ideas políticas, dedicado sólo a la literatura, a la francesa en particular, y al recuerdo de su mujer, muerta pocos años antes, y con cuyo retrato sigue hablando cada día.

Todo se trastorna cuando un joven, Monteiro Rossi, le pide un puesto de trabajo.En realidad, Monteiro no le pide un puesto de trabajo, es Pereira quien va a buscarlo luego de leer un artículo sobre la tesina de Monteiro... Pereira lo coge a prueba, y le propone escribir unos necrológicas de personajes célebres todavía vivos, escritos anticipadamente de modo que puedan estar listos en caso de muerte del sujeto. Monteiro, en lugar de escribir las imparciales necrológicas solicitadas, escribe otras, por ejemplo las de Marinetti o Gabriele D'Annunzio, en las que los ataca ferozmente por su adhesión al fascismo. Se trata de artículos incómodos, peligrosos por añadidura. Pereira se debate entre el deseo de ayudar a Monteiro Rossi y el de no verse envuelto en las cuestiones políticas enarboladas por el joven.

Poco a poco, Pereira empieza a admitir la realidad del régimen bajo el que vive, la violencia, el clima de intimidación, la censura a la que es sometida la prensa, todo aquello que no había querido ver hasta ahora, aislándose de la vida real, concentrado sólo en el recuerdo de la esposa y en la literatura.

Poco tiempo después Pereira conoce a Cardoso, un médico que le confía el propósito de abandonar Portugal y marchar a Francia, ideal de libertad. Pereira habla con Cardoso de la sensación de inquietud que experimenta desde hace un tiempo, y Cardoso le expone una teoría personal sobre la confederación de las almas: cada uno. según esta teoría, tiene no una, sino muchas almas, una de las cuales es la dominante; a veces puede suceder que otra de esas almas adquiera preponderancia, determinando así una verdadera y propia metamorfosis; la inquietud de Pereira podría ser, por tanto, el preludio de un gran cambio.

Monteiro Rossi pide a Pereira que aloje a su primo, que está reclutando jóvenes en el Alentejo para combatir contra Franco en la Guerra Civil Española. Son descubiertos y Monteiro Rossi es asesinado por la policía política, la PIDE, en casa de Pereira. De este crimen Pereira obtendrá la fuerza para actuar: con una arriesgada treta, conseguirá saltarse la censura, publicar en su propio periódico un largo artículo de denuncia del homicidio y del régimen, para, inmediatamente, huir de Portugal y del fascismo.

Personajes

-Pereira: periodista viudo y cardiópata, encargado de la sección cultural de un modesto periódico.

-Francesco Monteiro Rossi: licenciado en filosofía con una tesis acerca de la muerte, de orígen italiano, colabora con Pereira escribiendo necrológicas y luego se dedica a actividades políticas a favor de la República Española.

-Marta: novia de Monteiro Rossi, involucrada junto con él en actividades políticas, es quien en realidad le escribe las necrológicas. Sobre el final del libro se hace llamar Lise Delaunay.

-Celeste: portera del edificio donde funciona la página cultural del Lisboa, es confidente de la policía salazarista.

-Piedade: asistenta en la casa de Pereira, durante la mayor parte del libro se halla en Setúbal de viaje.

-Dr. Cardoso: medico y psicólogo formado en Francia, trabaja en una clínica en Parede, le cuenta a Pereira una teoría francesa sobre la confederación de las almas.

-Dr. Costa: médico cardiólogo de Pereira.

-Padre Antonio: cura franciscano, confesor y amigo de Pereira.

-Director del Lisboa: pertenece al regímen salazarista y ejerce una fuerte censura sobre los periodistas del Lisboa.

-Filipa: secretaria del director del Lisboa.

-Bruno Rossi: primo italiano de Rossi, viaja de España a Portugal para reclutar soldados para luchar a favor del bando republicano en la Guerra Civil Española. Es detenido en el Alentejo.

-Silva: ex-compañero de la facultad y amigo de Pereira, profesor de literatura en la universidad de Coimbra.

-Maria das Dores: cocinera de la clínica de Parede a la que acude Pereira.

-Manuel: mozo del Cafe Orquídea al que concurre Pereira, charla con él de temas políticos.

-Ingeborg Delgado: mujer portuguesa, es judía y está tramitando la visa para partir hacia Estados Unidos, debido a la persecución a los judíos en la Europa de los años 30. Conoce a Pereira en un tren.

-David Mayer: judío dueño de una carnicería cerca de la redacción cultural del Lisboa.

-Fonseca y Lima: matones de la policía salazarista, son quienes allanan la casa de Pereira hacia el final del libro.

-Pedro: encargado de la imprenta del Lisboa.

-Maria de Vale Santares: amiga del director en las termas de Bucaco.

-Mayor Lourenco: encargado de la censura a la prensa.

LA NOVELA

Las palabras "Sostiene Pereira" dan comienzo a la novela, y son después repetidas con frecuencia, como si el autor hubiese escrito la declaración de Pereira ante la policía o el juez. El ritmo es inicialmente muy lento, hecho de introspecciones, para después acelerarse al mismo ritmo que aumenta la turbación del protagonista.

En una nota al final del libro, Tabucchi explica que en portugués «pereira significa "peral", y como todos los nombres de los árboles frutales es un nombre de origen hebreo, así como en Italia los nombres de origen judío son nombres de ciudad. Con esto quiso rendir homenaje al pueblo judío, perseguido por los fascismos europeos en aquellos años.

A partir de la novela se ha hecho una película homónima, de Roberto Faenza, con Marcello Mastroianni en el papel principal, y una obra teatral interpretada por Paolo Ferrari.(1)

"Sostiene Pereira que la ciudad parecía estar tomada por la policía aquella tarde."

Sostiene Pereira que el café está amargo. Que se sentó a la orilla del mar a ver disolverse la tarde. Sostiene que todos los jefes del mundo están locos, particularmente su Director, tan ergido y con el brazo estirado como salchicha para saludar a alguien de arriba. Sostiene que le duele el corazón, pero que esa tarde se comió esa omelete de finas hierbas, se atragantó en un vaso de oporto, a la espera de la salida del periódico.

Sostiene Pereira que su historia es verdadera. Que es cierto que escribió aquel artículo que unos dijeron era antipatriótico y otros que era extremadamente valeroso. Y que por eso, con el retrato de su esposa en la maleta, debió partir ¿a España? ¿a Francia? Dice Pereira que fue en Francia donde encontró al amigo Tabucchi, que lo interrogó como si quisiera escribir una crónica de sus días pasados, sobre todo de los tiempos de Lisboa.

Antonio Tabucchi llegó joven a Paris. y de alli, dice que se fue a Portugal, por los 60s, en los finales de la dictadura eterna de Salazar. Alli recorrió esas calles de Lisboa donde, sostiene Pereira, estaba el café, su oficina y su casa, los laberintos donde transita ese relato que también tiene otras estaciones por la costa lusitana. El caso es que Tabucchi se enamoró de Portugal, y no de su dictadura, y que escribió sobre su gente, y hasta llegó a ser con el tiempo profesor de Literatura portuguesa en la Universidad de Siena, en Italia. Pero es esa otra historia, de la que cuelgan otras novelas: El juego al revés, Nocturno hindú, El angel negro, Requiem, Los tres últimos días de Fernando Pessoa, La cabeza perdida de Damasceno Monteiro... Yo también he escrito sobre Pessoa, sostiene Pereira, y Monteiro es un apellido familiar, el de ese muchacho que me enviaba necrologías...Si, Monteiro Rossi, ese mismo, el que mataron y causó mi salida de Portugal.

Hace ya cincuenta años, cuando no creía en la resurrección de la carne y escribía necrologías de escritores ilustres y dirigia la pagina cultural del Lisboa que repletaba con traducciones de Maupassant, de Mauriac, de Daudet… Es que todo este libro es también un homenaje a algunos pocos escritores valientes. Por eso Daudet, que es como una llamada textual justo cuando Francia era la enemiga de Alemania. Y fue cuando traduje ese cuento: "la última lección" que terminaba con el profesor escribiendo en el pizarrón " ¡Vive la France!" Dice Pereira que nunca se imaginó cuando estaba sentado en su escritorio refunfuñando cada vez que Monteiro Rossi, un joven afortunado/desafortunado le entregaba alguna crónica ineditable o simplemente censurable para los funcionarios de Salazar, habría de seguir sus pasos. ¿Sus pasos? ¿Por qué los pasos de Rossi? ¿Por qué no los propios? Sostiene que ya entonces solía sentir lejanos impulsos generosos, las voces de un nuevo yo emergente. Ése que saludaria su médico Cardoso, como el nuevo presidente de la confederación de sus almas que vendría a hacerse cargo.

Sostiene Pereira que como en toda la obra de Tabucchi se extiende, persiste, una duda contaminante, sobre el héroe, sobre el mundo, sobre la situación del narrador, del autor, de sus lectores. Y no era extraño entonces, que como ahora todos, vivieran en un tránsito. Sostiene Pereira, es si, la historia de un tránsito. La novela ( y quizás porque es muy buena) es un rite de passage, con sus iniciaciones, estaciones, hierofantes y transformaciones.

Pero esas secuencias también van marcando que como sostiene, todas las situaciones, todos los personajes son como transitorios, y que asi como están construídos, pueden ser des-construídos. Y la realidad autoritaria, monolítica como parece, imparable, tiene rebordes con costuras débiles, abiertas a la rebelión.

Y así, sostiene anuncia su muerte y no muere, y el que propone la vida, muere, mientras los que disfrutan del poder son sólo carroña.

Sostiene...es como un sueño que se va repitiendo con algunos cambios cada noche, o en cada capítulo. Donde los personajes son como apariciones : Y miren como aparece Mastroianni detrás de su escritorio, las "apariciones" de Marta, o de la viajera coja. Los diálogos tienen una tesitura espectral, arrinconados en la síntesis simbólica que contiene condensado todo el sentido, y siempre referido a nuestra situación. Porque no cabe dudas de que todos los personajes y situaciones del Portugal de esa dictadura oblicua , por alguna razón de esta globalización que estamos viviendo, podemos o sabemos reconocer facilmente como familiares. Pareciera ser que Tabucchi de pronto tras una conversación, un viaje o una lectura, se dijo, sostiene Pereira, "carajos, que similar es todo esto". Y es una manera de vernos la que proporciona los sueños, al fin y al cabo tan en nuestra realidad. Y Tabucchi sostiene la situación onírica: la playa, la clínica, la pensión, la oficina, con sus construcciones de relajamiento y de angustia. Pero también con un retrato que ofrece posibilidades, esperanzas, reenvíos. Y por allí va desarrollándose la identidad, como por un laberinto. En estas construcciones se congela el tiempo. Y crece como espacio sólo el cuerpo de Pereira, sostiene. Sus tripas, su corazón, su grasa.


Sostiene Pereira, y es parte importante de su alegato, que estaba solo. Que rara vez alguien lo acompañaba al café. Que vivía soberanamente solo desde la muerte de su esposa a la que solía hablarle de las pocas cosas importantes que le ocurrían durante días y semanas solitarias, encorvado sobre su maquina de escribir, aferrado al Larousse. Esa soledad la rompían las clarinadas del regimiento vecino, el paso acompasado de los soldados, mensajeros de una sociedad que se quería definitivamente autoritaria y vertical, o personajes que vienen desde el lado obscuro( ¿Se acuerdan de algún pasaje de Kafka?) Sostiene que era este el clima de una república que había dejado de serlo sin darse cuenta, en donde nada democrático podía ya tener sentido.A más del Jefe, sólo existía la nulidad, no habían Otros. Y esa soledad es una clave, sostiene, porque tiene un límite. La soledad de cada quien sostiene al sistema, él busca parcelarnos en nuestras actividades, y en separándonos nos controla. Por eso el camino del doctor Pereira se va bifurcando en encuentros y solidaridades.. Y al final de cuentas, sostiene, no está tan solo.

Pero sostiene que tenía sentido lo que hizo, y era arrojarse con todo el cuerpo contra todo aquéllo. Sostiene, casi con alegría que en un mundo tan corrupto, la conducta de un solo hombre puede hacer la diferencia, puede marcar otros rumbos. Sostiene que alguna vez vio, ya en Paris, alguna película de Fellini con el joven Mastroianni de protagonista. Pero que nunca imaginó que después de muerto tendría un renacimiento de la carne en la última película de Marcello. No imaginó, sostiene, que caminaría hacia adentro de millones de espectadores, que después de sentir su propia transformación, ya no serían iguales. Y que habrían nacido para resistir, sostiene.

Sostiene el autor que a Pereira lo encontró de a poco, y que lo escribió de entre sus memorias de encuentros anteriores, poco después de la muerte del viejo periodista en 1993. Demonios, también la resistencia alarga la vida. Estabamos acostumbrados a la noticia de que todos los que resisten mueren.

Sostiene Pereira fue llevado poco después al cine, conducida por Roberto Faenza, la fotografía de Giurato Blasco y la música de Ennio Morricone, y se transformó en el testamento de Mastroianni. Uno inevitablemente ve a la primera personalidad como un mal augurio para el actor, casi relata su agonía. Pero de la personalidad que de alli surge, nos nace un presentimiento. En estos días, indudablemente, esta es la obra cinematográfica con mayor fuerza ética que hayamos visto. Recorre parsimoniosamente estos espacios burocráticos, parcelados,manipulados, alienados,¡eficientes!, policiales, militarizados, no imaginativos, casi imbéciles que conocemos. Nos pone frente a las poderosas afasias, esas invitaciones a no pensar a que peligrosamente nos estamos acostumbrando. Este espacio adornado de intelectuales-querubines, que dan aire con sus alitas al sistema moribundo. La película, con enorme fidelidad a la novela, nos conduce a un ambiente necrológico, y al lento surgimiento de la posibilidad reflexiva y racional, a partir de los temores. Y a la rebelión frente a todo eso de un hombre común, que no es un superman, sino alguien que vive aquejado de miserias y de dolores, obsesionado por un pasado perdido. Y entendemos que toda rebelión es presentidad, con un poderoso momento en donde de tajo se descabeza lo que parecía tan efectivo.

Algún cineasta japonés había hecho alguna vez una película donde también examinaba la conducta de un burócrata moribundo, en donde éste alcanza la posibilidad de una iluminación muy personal. En este otro caso, se da una elevación espiritual y carnal, en una fuerte asociación con lo que es bueno para el pueblo, y al final no origina una separación estéticista o mística, sino un encuentro, en la poderosa sutura de la marcha final, sostiene, de Pereira hacia nosotros. Sostiene Pereira nos pone también de frente al fascismo cotidiano. Que está alli aguardándonos, apenas salimos del cine, apenas cerramos el libro. Lo bueno del caso es que siquiera ahora lo podemos reconocer. Y también podemos reconocernos. La más mínima vanidad nos impide ya parecernos al Jefe.

En resumen esta novela y esta película nos lleva al corazón de la identidad en nuestro propio tiempo. De una identidad que no es sólo un desplazamiento inerte sobre un mundo/objeto, sino una intrincada lucha a través de confrontaciones/aceptaciones/rechazos ideológicos. Y esta estructura textual la entendemos y la gozamos por eso, porque, sostiene Pereira, nuestro mundo está ideológicamente sobresaturado. "Pero es mejor darse prisa, el Lisboa saldría dentro de poco y no había tiempo que perder, sostiene Pereira." (2)





TÍTULO ORIGINAL Sostiene Pereira

AÑO 1996

DURACIÓN Trailers/Vídeos

104 min.

PAÍS Italia
DIRECTOR Roberto Faenza

GUIÓN Roberto Faenza, Sergio Vecchio, Antonio Tabucchi (Novela: Antonio Tabucchi)

MÚSICA Ennio Morricone

FOTOGRAFÍA Blasco Giurato

REPARTO Marcello Mastroianni, Joaquim de Almeida, Daniel Auteuil, Stefano Dionisi, Nicoletta Braschi, Marthe Keller

PRODUCTORA Coproducción Italia-Francia-Portugal

PREMIOS 1994: Premios David di Donatello: Mejor actor (Marcello Mastroianni). 5 nominaciones

GÉNERO Drama Años 30. Periodismo


SINOPSIS Lisboa, 1938. Dictadura de Salazar. Adaptación de la novela homónima del escritor italiano Antonio Tabucchi. En 1938 (anexión de Austria por Alemania), cuando los totalitarismos triunfan en Europa, un periodista que ha trabajado siempre en la sección de sucesos, recibe el encargo de dirigir la página cultural de su periódico. Su sentido fúnebre de la cultura chocará con el espíritu vitalista de un joven colaborador. La estrecha relación que mantiene con él desencadena una crisis personal que altera radicalmente la vida del maduro periodista. (FILMAFFINITY).(3)

CRÍTICAS ----------------------------------------

"Bella historia, puro cine" (María Casanova: Cinemanía)

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"La premiada novela de Tabucchi encontró una destacadísima versión cinematográfica en este intenso drama, protagonizado por un Mastroianni maravilloso" (Fernando Morales: Diario El País)(2)

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En la Lisboa de 1938, cuando los totalitarismos triunfan en Europa, un periodista que ha trabajado siempre en la sección de sucesos, recibe el encargo de dirigir la página cultural de un periódico. Su sentido fúnebre de la cultura va a chocar con el espíritu vital de su joven colaborador, con quien mantendrá una estrecha relación. Se desencadenará una crisis personal, que cambiará profundamente la vida del maduro periodista.(4)


Adaptación de la que, para muchos, es la mejor novela del escritor italiano Antonio Tabucchi. Situada en la Lisboa de 1938, sigue los pasos del Pereira del título, que en primera persona, a través de una omnipresente voz en off, como si elaborara un informe, arranca muchos de sus pensamientos con un "Sostiene Pereira...". Pereira es un hombre mayor, tradicional y conservador, católica, que escribe en las páginas literarias de un diario lisboeta. Son los años de la dictadura de Salazar, con una guerra civil en el país vecino, y el auge del fascismo y el nazismo. Pero Pereira vive un poco al margen de estas convulsiones sociales, algo que va a cambiar cuando acuerda con un joven que le escriba las necrológicas relativas a autores literarios; éste es un joven de ideas revolucionarias que le contagiará parte de su pensamiento, empujándole a ser protagonista de la construcción del orden social.

Quizá por parte de Roberto Faenza hay un exceso de respeto por el material original, lo cual dificulta la necesaria conversión del material novelístico en auténtico cine. Pero el resultado es bastante notable, sobre todo por la extraordinaria encarnación que hace Marcello Mastroianni del personaje de Pereira, que se diría pasa de su estado avejentado a vivir una especie de segunda juventud. También es muy bella la partitura musical de Ennio Morricone.(5)

La controversia que suele provocar, incluso en el juicio de cada espectador, cualquier adaptación cinematográfica de una obra de ficción literaria, puede evitarse si, como es el caso, el comentarista ha visto la película y escribe sobre ella sin conocer todavía la novela. Así la novela desparece como referencia inexcusable y es la narración cinematográfica lo único que viene a ser considerado, evitándose esos prejuicios que suscita el discurso cinematográfico cuando es producto de una reconversión del lenguaje literario. La película Sostiene Pereira es un relato sobre la «toma de conciencia» de un personaje y su ulterior compromiso, tema que estuvo muy en boga a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta. Creo que Il Generale della Rovere, de Roberto Rosellini, fue el filme inicial de varios que tratarían el asunto desde distintas perspectivas, aunque con bastante fortuna. La Grande Guerra, de Mario Monicelli, Tutti a casa, de Luigi Comencini, o Una vita difficile, de Dino Risi, pueden ser ejemplos del desarrollo de esta temática. En ellos, personajes con poca sensibilidad social, o al servicio de un poder opresivo, o sumidos en cierto individualismo satisfecho, viven una experiencia que les hace conscientes de encontrarse inmersos en un problema colectivo del que no pueden dejar de formar parte, y esa comprensión, como una sacudida, les obliga a salir de su egotismo y a solidarizarse con los demás, aun con el riesgo de perder la vida. En el caso de los filmes de Monicelli, Comencini y Risi, el asunto estaba tratado en clave tragicómica, mediante ese estilo entre humorístico y sobrecogedor con que el cine italiano acuñó un tipo de comedia cinematográfica digna de revisión –pese al riguroso olvido que padece, al menos entre nosotros– apoyada siempre en el histrionismo, que en muchas ocasiones podrá calificarse de genial, de actores como Alberto Sordi o Vittorio Gassman.


Sostiene Pereira conserva –o recupera– bastantes componentes de aquel tipo de películas. Por un lado, narra la catarsis de una especie de periodista y traductor que, encerrado en su literaria torre de marfil en los años más duros de la repercusión social del ascenso fascista en Portugal, va descubriendo, gracias al encuentro fortuito con un joven aprendiz de escritor y su novia, el verdadero rostro de la impostura y el horror que le rodean, hasta llegar al compromiso con los perseguidos y el sacrificio personal. Por otro, afronta la narración desde una perspectiva tragicómica, apoyándose decididamente en la interpretación de un actor extraordinario, Marcello Mastroianni. Mastroianni compone con maestría la personalidad de ese viudo adiposo y enfermo aunque todavía pulcro y atildado, para quien el tiempo se detuvo el día en que murió su mujer, tan vulnerable en lo emotivo como reacio a salir del encantamiento de su refugio literario y de unas rutinas minuciosas presididas por el temor a la muerte. El viejo actor nos ofrece un ejercicio interpretativo lleno de matices, que encuentra su culminación en una mirada donde se entrelazan todas las contradicciones y angustias del personaje, hasta hacerle mostrar a veces los ojos sorprendidos o asustados de un niño.

La dirección de Roberto Faenza es muy convincente y acierta con el ritmo pausado que requiere la evolución espiritual y sentimental que se nos va describiendo. Aunque en ocasiones aparecen espacios de la ciudad de Lisboa, el escenario está más bien insinuado en ciertos aspectos de la decoración, como la azulejería de la casa de Pereira y de otros lugares, el mobiliario, los objetos, todo ello presentado de modo muy cuidadoso, que pretende resaltarlos como elementos dramáticos significativos, lo que le da a la narración una fuerte certeza visual. Como se trata de una película «de época», la necesidad de administrar ciertos factores escasos que deben jugar continuamente para recrear la atmósfera –vestuario de los soldados y gentes, vehículos– impregna la narración de un leve aire teatral, un tono de simulacro que no perjudica al estilo narrativo, sino que intensifica su carácter casi apologal, que a veces, como en la relación de Pereira con su portera, tiene resonancias kafkianas.

Pero es principalmente la interpretación de Mastroianni lo que consigue hacer asumibles, ya que no creíbles, los dos aspectos más endebles de la trama, el arranque y el final. El arranque, en lo que toca al texto sobre la muerte al parecer deslumbrante, pero que no se nos presenta, que origina la atracción de Pereira hacia el joven escritor, un personaje que, al menos en la interpretación que hace de él Stefano Dionisi, no parece justificar que se despierte en el veterano periodista una fascinación tan radical hacia sus dotes intelectuales y su independencia de criterio. El final, en ese enredo telefónico grotesco, más propio de un vodevil, verdadero deus exmachina que prepara el desenlace de la película, en que intervienen el camarero Manuel y el doctor Cardoso, aunque la interpretación de Joaquim de Almeida y de Daniel Auteuil, en apoyo de la de Mastroianni, hayan conseguido dar credibilidad a los elementos previos a la pueril intriga. Por otra parte, las últimas imágenes de la película, un Pereira exultante y rejuvenecido en plena calle, introducen en el relato una retórica que, por muy simbólica que pretenda ser, deja en manos del espectador la ardua responsabilidad de sacar al personaje de esa ciudad infestada de patrullas militares y policías sanguinarios.(6)


CITAS:


2.- http://rcci.net/globalizacion/fg024.htm

3.- http://www.filmaffinity.com/es/film616541.html

4.- http://www.cineol.net/pelicula/4441_Sostiene-Pereira

5.- http://www.cultura.df.gob.mx/index.php/cartelera/details/8025-cine-club-ciclo-periodistas-en-peligro

6.- http://www.revistadelibros.com/articulos/roberto-faenza-sostiene-pereira








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